La Resiliencia.

La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro aparte de los acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves (Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Cyrulnik, 2001). La resiliencia hace referencia a las habilidades y respuestas positivas y/o adaptativas que ponemos en marcha frente a la adversidad.

Objetivos.

El objetivo principal de la intervención con la resiliencia será el de proveer a la persona de estrategias para hacer frente a cambios o infortunios de la vida. Los objetivos específicos, más allá de esas estrategias De afrontamiento, serían los de encontrar nuevas maneras de explicar nuestra realidad; generar proyecciones de futuro y esperanza; fomentar el autoconocimiento, la autoconfianza y la autovaloración; propiciar extraer un aprendizaje de ello y mejorar nuestras relaciones interpersonales y redes de apoyo social.

Las premisas.

El término resiliencia proviene del latín resilium o resilio, Que significa “volver atrás”, “Volver de un salto” o “volver al estado inicial”. Se definió inicialmente como la cualidad de elasticidad y plasticidad de una sustancia (Greene y Conrad, 2002).

¿Resiliencia hace referencia a una habilidad, un rasgo de personalidad o una respuesta específica? Conceptualizar La resiliencia es un proceso difícil en tanto que, tal como señalan algunos autores (Luthar, Cicchetti y Becker, 2000): Existe ambigüedad y variaciones en las definiciones y en el uso de la terminología; se dan variaciones en el funcionamiento psicológico entre áreas y entre situaciones de riesgo en niños recientes; inestabilidad en el fenómeno de resiliencia y controversia de carácter teórico que pone en duda la utilidad científica del concepto de resiliencia. Además, no sólo es difícil definir, también de encontrar consenso entre las múltiples definiciones que existen.

Definiciones de resiliencia.

Garmezy (1991) La define como la capacidad de recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante. de esta definición se desprende que la resiliencia es una habilidad o competencia asociada a conductas adaptativas bajo cualquier circunstancia que nos pueda suceder.

La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión, y, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles (Vanistendael, 1994). Este autor la conceptualiza quizá como una capacidad que incluye tres aspectos: resistencia, protección y fortalecimiento.

Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive Ser transformados por ellas (Grotberg, 1995). Por tanto, añade a las anteriores la capacidad de transformación.

La resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad (Luthar, 2000), La cual remite una habilidad, es decir, algo que sucede en función a las circunstancias.

La resiliencia es el resultado del enfrentamiento efectivo ante eventos y circunstancias de la vida severamente estresantes y acumulativo (Losel,Blieneser y Koferl, 1989). En esta última definición se habla de resiliencia como un resultado.

Por tanto, de las definiciones se desprende la dificultad de conceptualización de la resiliencia, pues en ocasiones se entiende como una habilidad, otras como un proceso y, finalmente, tal cual resultado.

Investigación de la resiliencia.

La investigación de la resiliencia surgió como resultado de los estudios de los factores de riesgo (Greene y Conrad, 2007). Múltiples ámbitos y ejemplos componen la investigación de la resiliencia. Se habla de 3 etapas marcadas por las definiciones anteriores, como son (Greene y Conrad, 2007):

  1. El estudio de las cualidades de la resiliencia, generando listados de habilidades que conjugan en las personas resilientes (habilidades).
  2. La investigación sobre el proceso y la teoría de la resiliencialidad (proceso).
  3. Las fuerzas motivacionales y la resiliencia innata (proceso).

Son tres líneas de investigación que resultan interesantes para un concepto de tantas definiciones que ayudan a iluminar aspectos positivos del ser humano.

Las cualidades o habilidades de las personas resilientes.

Wolin y Wolin (1992, 1999) plantea que la resiliencia se puede manifestar a partir de diferentes habilidades o rasgos, lo que denominaron las características pilares de las personas resilientes, siendo estas siete. Definieron un modelo Que llamaron el modelo del desafío, mediante el que afirmaban que las circunstancias negativas no actúan de forma idéntica para todas las personas, sino que hay algunas de éstas que actúan como si tuvieran un escudo protector y entienden la circunstancia como un desafío. Los siete pilares Que distinguen a las personas que la entienden adversidad como retos son:

  1. La introspección, aquella capacidad de observación y análisis de uno/a mismo/a, Así como la de preguntarse y responderse de forma honesta a uno/a mismo/a.
  2. La interdependencia, es decir, la capacidad de fijarse límites y contenerse emocionalmente sin caer en el aislamiento.
  3. La capacidad de relacionarse y establecer lazos con otras personas.
  4. La iniciativa o tendencia a exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes señalan estos autores, lo cual constituye un logro de control interno, asumiendo la responsabilidad propia frente a los hechos.
  5. El humor y la creatividad, como variables que ayudan en el manejo del dolor.
  6. La ética, definiendo ésta como la conciencia moral y de valores.

Otros factores que definen a las personas resiliente se dispone según si son aspectos que tenemos, que somos, que estamos o que podemos (Grotberg, 2001).

Yo tengo.

lo que tenemos son aspectos que nos facilitan la integración de este tipo de situaciones, cómo son las personas en quienes confiamos y que nos quieren incondicionalmente, las que nos ponen límites para que aprendamos acerca de peligros o problemas, las que nos muestran por medio de su conducta la forma correcta de proceder, las que quieren que aprendamos a desenvolvernos solos y las que nos ayudan cuando estamos enfermos o en peligro o cuando necesitamos aprender.

De esta consideración se desprende que la resiliencia estará relacionada con nuestra red de apoyo social, con aquellas personas que nos acompañan en estos momentos difíciles de nuestras vidas.

Yo soy.

lo que somos lo componen los aspectos que hacen que seamos personas por las que otros sienten aprecio y cariño, que sienten felicidad cuando hacen algo por los demás y con capacidad de amor y respeto hacia uno/a mismo/a y los demás. Afectividad, felicidad, respeto y altruismo serían las variables personales para desarrollar en la resiliencia.

Yo puedo.

Lo que puedo estaría conformado por la capacidad de hablar de las cosas negativas, de buscar fórmulas para resolver problemas, de control sobre riesgos o situaciones poco adaptativas, de buscar el momento para hablar y actuar y de encontrar ayuda. En este sentido habla el autor de recursos específicos para iniciarse en la resiliencialida.

Desde modelos ecológicos se incluyen variables inter e intrapersonales, cómo serían (Ungar, 2003).

  1. características propias de los/as niños/as resilientes: actitudes físicas e intelectuales, autoeficacia, introspección con una autoimagen positiva, buena autoestima, metas y aspiraciones, sentido del humor y creatividad, perseverancia, empatía, expresividad, iniciativa, autonomía y moralidad.
  2. Características interpersonales: relaciones significativas con otras personas, mantenimiento de la red social, capacidad de saber restablecer la autoestima cuando está se ve amenazada por otras personas, asertividad y atención positiva a otros/as.
  3. características familiares: calidad en la crianza y educación, expresividad emocional, flexibilidad, bajo nivel de conflictividad familiar, recursos económicos insuficientes y colaboración.
  4. Características del ambiente y sociocultural: ambiente seguro, acceso a recursos comunitarios, educativos y de ocio, percepción del apoyo y la integración social y afiliación a organizaciones religiosas..

Por último, a título de resumen, diríamos que las personas residentes han sido definidas con las características indicadas en la figura abajo descrita (Fernández – Abascal y cols., 2009).

Conocer rasgos que están presentes en las personas que muestra resiliencia es un puente para generar estrategias de intervención fomentando las mismas.

¿Cómo se adquiere la resiliencia o se llega a desarrollar la misma?

La pregunta a la que responde en este apartado sería ¿cómo se adquiere la resiliencia o se llega a desarrollar la misma? Se hablaría en este apartado del proceso resiliente, que describen los autores como un modelo de etapas (Richardson y cols., 1990).

  • Sentido de la autoestima fuerte y flexible.
  • Independencia de pensamiento y de acción.
  • Habilidad para dar y recibir en las relaciones con los demás.
  • Alto grado de disciplina y de sentido de responsabilidad.
  • Reconocimiento y desarrollo de sus propias capacidades.
  • Una mente abierta y receptiva a nuevas ideas.
  • Una disposición para soñar.
  • Gran variedad de interés.
  • Un refinado sentido del humor.
  • La percepción de sus propios sentimientos y de los sentimientos de los demás.
  • Capacidad para comunicar estos sentimientos de manera adecuada.
  • Una gran tolerancia al sufrimiento.
  • Capacidad de concentración.
  • Las experiencias personales son interpretadas con un sentido de esperanza.
  • Capacidad de afrontamiento.
  • Apoyo social.
  • La existencia de un propósito significativo en la vida.
  • La creencia de que uno puede influir en lo que sucede a su alrededor.
  • La creencia de que uno puede aprender con sus experiencias, sean éstas positivas o negativas.

Tres elementos.

Inicialmente, los seres humanos buscamos una homeóstasis biopsicoespiritual, Cambios mínimos y estabilidad de estos tres elementos. La vida produce cambios y movimientos de forma ineludible, lo cual genera continuas crisis, desde las propias de la evolución a las sociales (por ejemplo, cambios madurativos o de estatus socioeconómico, respectivamente). Estas crisis crean una necesidad de integración, lo cual supone una elección – que no tiene por qué realizarse ni consciente ni racionalmente -, cómo serían (Richardson y cols., 1990).

  1. La elección resiliente, la cual supone adquirir comprensión, crecimiento, transformación y fortalecimiento después de la crisis.
  2. la elección homeostática, qué supone no reparar demasiado en la crisis e intentar volver a la situación de antes de la misma.
  3. la elección reintegración con pérdida, lo que supone un proceso de duelo y la movilización frente a próximas demandas de la vida.
  4. la hélice la elección reintegración disfuncional, que sería la caracterizada por comportamientos poco adaptativos hacia uno/a mismo/a o los demás.

Considerando la resiliencia como proceso, cabe destacar que esta se debe a factores que actúan antes y después de la crisis que favorecen el desarrollo de la misma. De hecho, el propio concepto de resiliencia nació de los estudios acerca de factores de riesgo y de protección com así como los dedicados a la “indefensión aprendida” (Seligman, 1975) – Que describía aquella forma de actuar cuando veíamos el futuro sin posibilidad mi esperanza y, por tanto, con indefensión (learned helplessness) -.

Tipos de estudios.

En ambos tipos de estudios se localizaron personas que parecían inmunes a las circunstancias, que reaccionaban de forma adaptativa pese a las situaciones adversas en las que se veían envuelta En este sentido, se definió el concepto de crecimiento postraumático, el cual hace referencia a la posibilidad de aprender y mejorar tras la adversidad.

¿ Cómo se sabe si hubo crecimiento postraumático tras la adversidad? se habla, pues, de tres factores: la mejora de la posición social, un sentimiento global de satisfacción personal, un sentimiento de utilidad y el haberle dado sentido al sufrimiento. Asimismo, señalan que esta es la elección escogida por la mayoría de las personas que viven una situación adversa, entre el 35% y el 55% de las respuestas que se registraron (Bonanno, 2005).

Así, la resiliencia es un proceso, un devenir, de forma que no es tanto la persona la que es resiliente como su evolución y el proceso de vertebración de su propia historia vital (Cyrulnik, 2001).

La fuerza y la motivación de la resiliencia.

este tercer modelo de investigación conjuga aquellos estudios que hacen referencia a las situaciones adversas como un fenómeno que hace reaccionar y motiva a las personas en busca de un futuro mejor, produciendo cambios a diferentes niveles, como (Calhoun, Tedeschi y Park, 1998):

  1. En uno mismo (de adquisición de autoconfianza, recursos y aprendizaje).
  2. En las relaciones (comprendiendo quiénes son nuestras personas de referencia más allá de los buenos momentos, y también para los malos, así como conociendo mejor cómo funcionan las relaciones).
  3. en nuestra espiritualidad (Cambio marcado de valores).
  4. la resiliencia conduce a un proceso que nos produce cambios, que tiene unos resultados determinados y que durante el mismo nos hace activarnos.

Descripción técnica.

Una técnica que tenga como objetivo el fomento de la resiliencia es tan compleja de encontrar como de delimitar el concepto. Sí consideramos la resiliencia como un rasgo de personalidad, se tratará de fomentar fortalezas personales, así como hacer de los/as niños/as y adolescentes la semilla de éstos. Si la consideramos como proceso, sí propondrán medidas preventivas, anticipatorias, antes de que ocurra el suceso, mientras se desarrolla y a posteriori. Si la entendemos como reto que activa energía y motivación, el interés estaría en cómo activar éstas.

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