Análisis transaccional.

El análisis transaccional parte de la consideración de las interacciones que realizamos con el entorno, activándose así ciertas pautas (juegos y hábitos psicológicos). Lo define el autor diciendo que todos hacemos bien, todos nacemos príncipes y princesas. Todos tenemos un cierto potencial humano que podemos desarrollar. Yo soy responsable de mi vida y decido, para bien o para mal, lo que es bueno para mí y lo que hago con ella. Todo el mundo (con sólo algunas excepciones, como los graves daños cerebrales) tiene la capacidad de pensar.

La gente decide su historia y su destino y estas decisiones se pueden cambiar. En resumen, todos podemos cambiar en pos de la autonomía y tenemos los recursos necesarios para hacerlo. El objetivo del cambio en el marco del análisis transaccional es avanzar hacia la autonomía (la libertad del guión de la infancia, la espontaneidad, la intimidad, la resolución de problemas en lugar de evasión o pasividad, la curación como un ideal, no limitarse hacer el progreso, el aprendizaje de nuevas opciones (Berne, 1985).

Objetivos.

el objetivo principal del análisis transaccional es el de integrar los diferentes aspectos de nuestro hoyo consiguiendo un equilibrio que permita el desarrollo de una buena conciencia, espontaneidad e intimidad. Los objetivos específicos se pueden desarrollar en 2 niveles a) el funcional, y b) el profundo. En el primer nivel se trata de reconocer las pautas relacionales y transacciones en nosotros mismos y los que realizamos con otros, para poder generar una personalidad integradora. A nivel más profundo, se trataría de cambiar aquellos guión es psicológico poco adaptativos, generalmente instaurados en la infancia.

Las premisas.

Transacción hace referencia a unidades de comunicación entre personas; por tanto, el análisis transaccional será el estudio de las pautas comunicativas de las personas.

El análisis estructural y el análisis transaccional ofrece una teoría sistemática y coherente de la personalidad y de la dinámica social construida a partir de una experiencia clínica, y una forma de terapia activa y relacional que se adapta a la gran mayoría de los enfermos que dependen de la psiquiatría, que estos pueden comprender fácilmente y que se presta sin dificultad a su caso (Berne, 1981). De hecho, el análisis transaccional es una teoría que aborda la personalidad, la comunicación, los juegos y los guiones y plantea un método terapeuta.

Teoría de la personalidad.

El análisis transaccional define diferentes estados del yo que se manifiestan según determinados patrones de pensamiento, emocionales y de conducta. Los estados del yo que nos conforman son tres:

  1. El/la padre/madre.
  2. El/la adulto/a.
  3. El/la niño/a.

Estos componentes de personalidad tienen cada uno sus propias características, eran manifestándose según las personas con las que nos relacionamos y las circunstancias que vivamos. No se trata de diferentes personalidades ni de expresión de roles, sino de determinados estados que se manifiestan desde nuestro yo. Asimismo, pueden actuar más o menos adaptativamente e inhibirse o potenciarse.

Estructura de primer orden.

Las conforman los 3 elementos citados con sus respectivas características definidos como un sistema coherente de sentimientos relacionados con un tema dado y, operacionalmente, como un conjunto de patrones de conducta coherente; pragmáticamente, como un sistema de sentimientos que motiva un conjunto relacionado de patrones de conducta (Berne, 1961). Hay que considerar lo siguiente (Contreras,2005) Los puntos:

  • Se trata de estados psicológicos específicos que aplicamos en nuestra vida cotidiana y que se manifiestan de manera concreta y tangible.
  • Diferentes de los constructos de personalidad que postuló Freud en formas de manifestarse y características.
  • Los estados del medio se diferencian entre sí y actúan de forma in de pen bien cuando uno de estos actúa, los otros dos no -, aunque sí interaccionan y se influyen entre sí.
  • Se conjugan como una estructura.
  • Evolucionan y cambian en el tiempo, por tanto, son estructuras dinámicas.

A continuación, se definirán cada uno de los diferentes estados del yo, el padre, el adulto y El Niño:

  1. el padre (lo que se debe hacer): es el que proviene de lo que absorbimos de las pautas paternal y/o maternales. Representa los mensajes que recibimos durante los 5 primeros años de vida, lo que vemos, dice y hace nuestros padres/madres. Incluir a aquellas expresiones “no hagas eso o se debe hacer…”, lo cual definirá nuestras pautas de conducta posteriores – aún cuando el mensaje que se nos dé no sea el acertado -. Incluirá el desarrollo moral y la lógica, así como estas grabaciones citadas.
  2. El/la adulto/a (lo que conviene hacer): sería nuestra forma de procesar la realidad, con toda la información que ésta nos ofrece, un conjunto autónomo de sentimientos, actitudes y patrones de conducta que se adoptan a la realidad actual (Berne, 1961). Este recoge la influencia de nuestros padres (u otras figuras representativas para nosotros/as), una parte de pequeño profesor, intuitiva y creativa y otros aspectos biológicos, además de la capacidad de procesar la información del entorno.
  3. El/la niño/a (lo que se desea hacer): formarían parte de este estado aquellos aspectos que nos caracterizaban en nuestra primera etapa evolutiva. Se desarrolla a partir de lo que sentimos cuando somos pequeños, por ejemplo, nuestra naturalidad, capacidad de adaptación y el poder creativo.

Cada persona desarrolla estos estados del yo de forma única.

Generando formas diferenciadas de sentir, pensar y actuar; por ello, a veces, se nos dice que actuamos como si fuéramos niños/as, padres/madres (generalmente el/la nuestro/a propio/a padre o madre) y adultos.

A nivel estructural se pueden generar tres tipos de patologías como son (Opi, 2004): la contaminación las exclusiones y la laxitud de límites. la contaminación sería la intromisión de un estado del yo en otro, por ejemplo, los prejuicios serían una contaminación del adulto infundado por el padre. Las exclusiones serían dejar de lado uno o más de un estado del yo anulándolo y, la laxitud de límites sería la confusión entre los diferentes estados del yo.

Estructuras de segundo orden.

dentro de los estados del yo definidos anteriormente se encuentran reflejados diferentes aspectos que vamos desarrollan, definidos como de segundo orden. Los estados del yo sí desarrollan de forma estructural A partir de características del (PAN), es decir, como un cuadro dentro de un cuadro. Por ejemplo, dentro del estado del yo del padre, encontramos un adulto que recoge los mensajes que nos dieron nuestros padres y los analiza de forma racional (padre del adulto). Más allá de estas estructuras, estos estados desarrollan un funcionamiento más o menos adecuado, lo que se denomina análisis funcional (de las funciones) y definen un funcionamiento ok o no ok, que determina nuevas características a considerar.

Las personas contamos con una serie de elementos que nos estructura y desarrollamos una serie de fórmulas para adaptarnos al ambiente que determinarán nuestro modus operandi.

Teoría de la comunicación.

El análisis transaccional parte de la idea de que los diferentes estados del yo sí interrelacionan con lo de las personas con las que nos relacionamos, tanto a nivel verbal como no verbal. Así, nuestros 3 estados del yo se relacionan con los 3 estados de la persona que tenemos en frente. Pueden ser de diferente tipología, como son:

  1. Según el número de estados del yo implicados, podemos hablar de transacciones simples (un solo estado del yo por persona) o complejas (implican más de un estado del yo). Las transacciones simples incluirían relaciones de padre crítico a padre crítica, de adulto a adulto o de niño a niño, las cuales generan sensación de comprensión y complementariedad. Las transacciones complejas implican más de un estado; por tanto, podemos hablar desde nuestro padre hacia el adulto y el Niño del otro, por ejemplo.
  2. Según el origen de la respuesta, hablaremos de transacciones paralelas o complementarias (se habla desde el mismo estado del yo), o cruzadas (participan estados del yo cruzados). Las transacciones complementarias serían las que se dan de padre al niño, de padre a adulto, de adulto a padre, de adulto al niño o de niño a adulto, cumpliendo cada una de éstas una función, por ejemplo, de padre adulto podemos buscar acompañamiento y consejos en la toma de decisiones. Las transacciones cruzadas son aquellas que producen una interrupción de los estados de comunicación, pues son inesperadas. Estas pueden ser quejumbrosas, exasperantes y/o punzantes, por tanto, interrumpen la comunicación y generan malestar.
  3. Según el número de mensajes simultáneos emitidos, tenemos las transacciones no ulteriores (incluyen un mensaje por vez) o ulteriores (2 o más mensajes simultáneos, de los cuales uno se mantiene oculto). Las transacciones ulteriores son aquellas en las que interviene más de un estado del yo mediante un mensaje oculto, frecuentemente no verbal.

En la teoría de Berne.

Las transacciones constituyen la unidad de los intercambios entre las personas. Es la herramienta que nos permite estudiar la comunicación interpersonal (Contreras, 2005). Se representan para facilitar la comprensión desde las estructuras de primer orden, aunque, en realidad, se desarrollan desde las de segundo orden.

las relaciones interpersonales si establecerán con la intención de recibir caricias, en especial con nuestros progenitores y en adelante con el resto de personas con las que nos relacionamos. Las caricias se definen como actos o indicaciones que otorgan visibilidad, que nos hacen reconocer a la persona que tenemos enfrente, y pueden ser negativas (C-) y positivas (C+) verbales y no verbales y condicionales e incondicionales (Berne, 1983). Las personas tenemos necesidades, una de las cuáles serán las caricias, la estimulación, hambre de estímulos decía Berne, (1961).

Las personas buscamos caricias positivas.

Y en ausencia de éstas, negativas, pues estas últimas son mejor valoradas que la indiferencia. La mayoría de los hombres vive con falta de caricias. Sobreviven a pesar de un régimen de caricias defectuosas. La carencia puede ser ligera o severa (Steiner, 1971). Las caricias se rigen, según C. Steiner, por una economía que se desarrolla en función de unas leyes, es decir, economizamos cuando y como damos caricias a partir de: dar caricias positivas, aceptar caricias positivas, pedir caricias positivas que necesitamos, auto acariciarnos positivamente y no aceptar caricias negativas, en el mejor de los casos y desde nuestro padre crítico. No obstante, tal como señala el autor, y padres que utilizan esta economía como forma de control, que expone al niño a las pautas contrarias.

Teoría de los juegos.

El juego es un sistema recurrente de transacciones, a menudo repetitivas, superficialmente plausibles, con una motivación oculta; en lenguaje más familiar, una serie de golpes con una trampa o truco (Berne, 1964). Son transacciones que se generan con mensajes ocultos que no implican placer y que suelen desarrollarse de forma inconsciente. Si define a partir de la siguiente forma C+F=R-CR-ME-BFN. Se lanza un cebo (c) a un jugador que mantiene una determinada flaqueza (F) el cual responde (R) y entra en el juego generando un cambio de rol (CR) en el jugador emisor.

Esta acción provoca un momento de estupor (ME) que conduce a un beneficio final negativo (BFN). Para entenderlo mejor, Karpman (1968) definió lo que se denomina triángulo dramático, y da voz a tres juegos, como son el del salvador, del perseguidor y el de la víctima. Cada persona tiene preferencia por uno de estos juegos y es el que suele utilizar cuando pone en funcionamiento uno. Estos 3 se definen a partir de las características que se presenta a continuación.

Juego de víctima.

Es aquel juego en el que la persona genera un estado de vulnerabilidad y necesita de ayuda:

  • Parecen confusas y desorientadas, como si no se enteraran de nada.
  • Presentan reglas poco claras y prácticas.
  • el mensaje que traslada es de vulnerabilidad y fragilidad, así como de indefensión (no puedo, no sé, soy débil).
  • los errores que cometen tienen como finalidad activar el juego del perseguidor (que le vaya detrás) o el salvador (que le salve).

Juego del perseguidor.

Juego que impone una persona a otra con la finalidad de sobresalir y hacer que la otra persona se sienta inferior; por tanto, acción de poder.

  • Estipulan reglas rígidas, así como poco práctica.
  • Centrarán sus actuaciones y discursos en personas que perciban como vulnerables o frágiles, con el objetivo de provocar miedo y sentimientos de inferioridad.
  • Pueden adoptar el rol de víctima para manipular y generar sentimientos negativos y de culpa.

Acción de salvador.

Es el funcionamiento patológico que se moviliza entre la necesidad y la dependencia:

  • ofrecen ayuda con el objetivo de recibir dependencia.
  • Asimismo, tienen una gran necesidad de generar dependencia en los otros, por lo que en ocasiones los convierten en víctima con el fin de poder salvarnos.
  • No tienen por qué sentir satisfacción en el acto de ayudar, sí en el de salvar y que la persona los necesite.

Berne (1964) realiza una clasificación de juegos: los de vida (momentos cruciales de nuestra existencia), los maritales (Que se dan en el sino de las relaciones de pareja), los de reunión (Los que se generan en momentos de pasatiempo), los sexuales (relacionados con impulsos sexuales), los del hampa (relacionados con estamentos de ámbito legal, como, por ejemplo, el de policías y ladrones o buenos y malos), los de consultorio (hacen referencia a profesiones en las que se analizan los juegos y que pueden llevar al etiquetado según juego) y los buenos (manifestarse como alguien considerado cómo bueno).

Teoría del guión.

Los guiones son un programa en marcha desarrollado en la primera infancia bajo las influencias parentales que dirige la conducta del individuo en los aspectos más importantes de su vida (Berne, 1961). Los guiones se generan desde los mensajes que recibimos de nuestros padres, los cuales determinarán nuestra manera de vivir la vida.

Se recogerán mensajes no verbales, como el contacto físico que recibimos, o verbales, como los mensajes de prohibición o limitantes. Las Prohibiciones más importante que nos condicionan son (Goulding, 1976):

 

A1 No existas.     A2. No crezcas.

B1 No tengas valor.     B2. No te portes bien no seas sano de espíritu.

C1 No seas tú mismo.     C2 No tengas éxito.

D1 No tengas relaciones.     D2. No pienses.

E 1 No seas un niño.     E1. No sientas.

F1 No intimes.     F1. No hagas nada.

 

Estas prohibiciones provienen del padre del niño de nuestros padres hacia nuestro niño de niño, el cual no lo puede analizar desde la óptica del adulto pero sí decidir sobre si adopta dicha prohibición o no – si se queda con ella y la registra en su guión -. El beneficio que se obtiene de ciertas prohibiciones, aunque no sea el reconocimiento, será la atención negativa y, por tanto, mejor que la indiferencia, de ahí que el Niño decida seguirlo.

Frente a determinadas situaciones

Generamos emociones más o menos funcionales: miedo, amor, alegría, entre otros. Estas suponen consciencia (aparecen en el momento presente) y manifestación (determinada expresión conductual, verbal, etc.), así como acción (dirigidos hacia algo o alguien). En la infancia, estos 3 fenómenos aparecen de forma indiferenciada y Los padres tratan de distinguir y ayudar al niño a que distinga los mismos. En este proceso se puede experimentar lo que se denominan racquets o sentimientos parásitos, aquellos que sustituyen a sentimientos no permitidos y que se perpetuarán en el tiempo.

Asimismo, desde el padre critico positivo se pueden generar permisos, que son mensajes que nos ayudan a evolucionar, cómo serían (Allen y Allen, 1972): el de existir, el de tener las propias sensaciones y experimentarlas, el de sentir emociones, el de pensar, el de estar en contacto con los otros, el de ser uno mismo, el de tener la edad que se tiene y el de lograr algo.

Las decisiones que adoptamos de niños en relación a prohibiciones y permisos generarán una determinada posición existencial en pro de nuestra propia adaptación al entorno. Estas posiciones determinan nuestra consideración de nosotros mismos y de los demás, así como actitudes habituales.

El Niño que adopta una de estas posiciones existenciales ajustará el guión a la misma el resto de su vida para que todo encaje. Así, mantendrá los siguientes supuestos:

Representación de las posiciones existenciales.

 

——————TU+       —————–TU –

YO +  posición maníaca     posición paranoica.

YO –   posición depresiva.   posesión nihilista.

 

  1. Yo estoy bien, tú estás bien: caracteriza al guión del ganador, manteniendo una visión positiva de uno mismo y de los demás; por tanto, de confianza y seguridad.
  2. Yo no estoy bien, tú estás bien: define el guión perdedor, asumiendo uno mismo el rol de víctima frente a los demás, a los que se considera superiores o mejores.
  3. Yo estoy bien tú no estás bien: en apariencia, guión de ganador, aunque puede cambiar debido a que no se puede mantener en el tiempo la creencia de ser un ser superior sin que los otros reaccionen en algún momento, pasando a sentirse perdedor.
  4. Yo no estoy bien, tú no estás bien: se define el guión de perdedor, pues El Niño está convencido de que no tiene nada que ganar en la vida, que no tiene opción y que los otros tampoco la tienen.

Asimismo,

los padres pueden darse cuenta de lo erróneo de un guión y ofrecer un contra guión para corregir este primero. Los contras guiones pueden ser (Kahler y Capers, 1974): sé fuerte, sé perfecto, date prisa, complace e inténtalo una vez más.

A lo largo de nuestra guión también decidimos cómo estructurar nuestro tiempo, como pueden ser el aislamiento, los rituales, los pasatiempos, las actividades, los juegos y la intimidad. El aislamiento se define por ser aquellos períodos en los que se evitan las transacciones, ocupados por un estado del yo. Los rituales serán aquellas transacciones simples y predecibles en la vida diaria, mediante los que se obtienen caricias positivas. Los pasatiempos serían transacciones complementarias, superficiales, que gira en torno a un determinado interés común. Relaciones superfluas que pueden llevar a una mayor intimidad. Las actividades son las transacciones en entorno laboral, los juegos ya citados y, por último, la intimidad serían las producidas en relaciones profundas, en las que recibimos caricias y nos exponemos tal como somos – de ahí que se pueda generar miedo a esta intimidad, por esta vulnerabilidad-.

Existen diferentes tipos de guión, como (Opi, 2004):

  1. Por la consecución tú objetivos personales y/o relacionales:
  • El de triunfador (consigue su potencial, metas, adaptación y buenas relaciones).
  • El no triunfador (busca igualarse a los demás)
  • El fracaso (no consigue adaptación).

Por la perspectiva temporal:

  • Guion de nunca (no se consigue lo que se desea, responde al mito de Tántalo).
  • Donde siempre (insistencia y empeño hacia los objetivos y deseos, se relaciona con el mito de Aracne).
  • Guion hasta que (pendientes o condicionales de ciertas circunstancias, ya que cuando consiguen lo que quieren no suelen ser suficiente y en ocasiones hasta decepcionante. Se relaciona con el mito de Hércules).
  • Guion después de (Guión es que funcionan considerando lo que pasará después; se describe a partir del mito de Damocles).
  • Guión una y otra vez (bajo el driver de esfuérzate e inténtalo y el mandato no lo lograras o si lo logras, no será aquello que esperas, por tanto genera un bucle de fracaso que se representa mediante el mito de Sísifo).
  • Guion de final inconcluso (guión es banales de situaciones que no se cierran, que sigue de la misma manera; relacionado con el mito de Filemón y Baucis).

Por ámbitos de socialización:

  • Guion cultural: se genera en el sino de las diferentes culturas, propiciando determinados mandatos y reglas de guión.
  • Guión club cultural: en ámbitos más reducidos, pero no por ello menos condicionantes.
  • Guión familiar: mandatos que provienen de nuestras familias y que justifican como en las mismas se repiten patrones específicos.
  • Guión individual: los que forman parte de nuestra individualidad.

Pensemos que, tomemos las decisiones que tomemos los guiones son reversibles, tal como señalaba Berne (1964), bajo las circunstancias favorables.

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